Sobre Anais


Nacida en Chile, desde el principio se les inculcó un estilo de vida al aire libre. El atractivo de las montañas, la emoción de sumergirse en las profundidades del océano o la serenidad de acampar bajo el cielo abierto; estas eran las cosas que apreciaba desde pequeña. A medida que crecían, su corazón encontraba consuelo en explorar los lugares más impresionantes, una pasión avivada por los encantadores paisajes de la Patagonia chilena y argentina.

Una mezcla de herencia chilena y polaca otorgó a su alma la esencia de dos mundos, con su madre fotógrafa y su padre orfebre, a Anais se le abrieron los ojos al mundo del arte desde muy pequeña. Sin embargo, su verdadera devoción residía en la fotografía. El viaje comenzó durante sus días de escuela secundaria cuando tomaron una cámara por primera vez. Sin embargo, fue en años recientes que se sumergieron por completo en este arte, colaborando en diversas expediciones, compartiendo su experiencia en fotografía y guiando a otros a través del proceso.

Su objetivo se dirigía naturalmente al intrincado baile entre la flora y la fauna, capturando el pulso vibrante de la vida en la Tierra. El majestuoso tapiz de las maravillas de la naturaleza, acunado por vistas impresionantes, estas eran las historias que buscaban contar a través de sus fotografías. Su propósito radicaba en desvelar la magnificencia de los paisajes del mundo, acercando los espectáculos más espléndidos de la naturaleza a todos los que contemplaban su trabajo.

Siempre en busca de nuevas fronteras, aventuras frescas, especialmente aquellas enmarcadas por panoramas impresionantes, abundantes oportunidades fotográficas y el abrazo del clima frío y revitalizante. Cada clic de su cámara era un intento de congelar un momento de belleza cruda, encapsulando la esencia misma de la naturaleza que siempre había sido su verdadero hogar.

En la actualidad, Anais ha dedicado su vida por completo a la tarea de guiar y fotografiar los rincones más remotos del mundo. Su corazón y su lente se enfocan predominantemente en las zonas más frías del planeta, como la Antártida y el Ártico. En estas regiones gélidas, ha encontrado una conexión única con la naturaleza que nos rodea, un vínculo que revela la asombrosa armonía y cohesión que existe en nuestro planeta.

Para Anais, estos lugares extremos no son simplemente extensiones geográficas, sino portales hacia una comprensión más profunda de la Tierra. En medio de paisajes deslumbrantes y climas implacables, ha descubierto una sensación de pureza que es casi hipnotizante. Es en estas condiciones inhóspitas que la naturaleza se revela en su forma más pura y cruda, donde cada elemento, desde el hielo que se extiende hasta el horizonte hasta la vida que se aferra valientemente en medio de la adversidad, se combina en una sinfonía de belleza y resistencia.